lunes, 11 de julio de 2011

Monte y montaña (i): Recomponiendo cierres

Cuando pasas por el Barrio de Arriba ya te huelen los de Entre Cárcel. Cuando alcanzas Entre Cárcel, el aroma les da en la nariz a los de Pandorado, y así sucesivamente ocurre con Corralada, El Otero, La Flor y La Gallina… Si por un casual vas para La Penilla, enseguida te barruntan las ovejas que paran en la corra grande de La Cortina, quizás por aquello de la familiaridad. No se muy bien por qué abajo en el pueblo no gusta este aroma montuno que te traes de la casa de La Solana, esa mezcla singular de fragancias diversas: sebo del frite [1], fumeiro (que siempre vale más que tirititeiro) [2] de la casa y caballunas del sesteo con vistas a Fasgares. Tal vez sea el contraste con las esencias que la modernidad ha traído a nuestros pueblos, que ya ni Los Cuiteiros huelen como Dios manda.
El caso es que tan feliz jornada acaba con miradas acusadoras y apremiantes que terminan con ducha para el recién llegado y lavadora para la vestimenta. Se evapora así esa sensación inigualable del pringue que penetra y lubrica falanges, falanginas y falangetas, de los lamparones, ese brillo sospechoso del pelo, ese…Bueno, igual un año de estos alguien se acuerda de las servilletas, pero, entre tanto, la navaja hay que limpiarla en algún sitio.
Estuvimos recomponiendo cierres en dos cuadrillas: el Alcalde mandó a unos al Pontón de la Barca del Tocino y a otros a la manga de Braña Elvira. Es la disculpa perfecta para, tras un trabajo liviano, ponerle cara al frite. Antes que nada, lo de todos los años (que si dentro, que si fuera,…). Resuelta la polémica, tarugo de pan, tajada del caldero y navaja. Así de sencillo. En realidad, a un servidor, desde que emparentó en este país, el cordero le sale por las orejas, igual que las rajas y el entremés [3]. Pero el frite del monte es otra cosa. Parecen bichos de otra raza, oiga. Por lo demás, se agradece terminar con algo ligero para que la comida no se haga pesada: queso y membrillo, tarta de almendra del otro lado de Ventana, café, copa y mondadientes.
Mientras estamos de tertulia tumbados fuera de la casa, no sé cómo acierto a ver, en medio de la somnolencia que me provoca la fartura [4] y que hace que no ya los párpados sino las pestañas me pesen una barbaridad, a un caminante cuya figura se recorta contra el piornal. Va equipado con la impedimenta habitual para la cosa esta del senderismo (bastones de trekking, camelback, GPS, etcétera). Sin duda viene de Torrestío, Valle de Valverde arriba hasta El Queixeiro y Valle de La Majúa abajohasta que el Corral del Concejo lo devuelva a la civilización. La ruta se ha vuelto muy frecuentada desde que la equiparon con la cartelería y señalización al uso. De repente, un pensamiento me saca momentáneamente del estado de duermevela en que me encuentro y me digo:
- ¡Eres un tío afortunado!
Aunque al final me puede la fartura y me quedo traspuesto, la idea que, a falta de papel y lápiz, he esquematizado en mi mente con las palabras monte y montaña me la llevo para casa con la intención de ponerla en papel. Miedo me doy…

[1] Guiso a base de carne de cordero, distinto de la caldereta típica de los pastores trashumantes. El frite se prepara con cordero, aceite, ajo, cebolla, pimentón y laurel.
[2] El dicho “vale más fumeiro que tirititeiro” viene a significar que vale más ahumarse que pasar frío.
[3] Las rajas son un surtido variado de embutido y el entremés, la ensaladilla rusa.

No hay comentarios: